Las cifras no mienten y él mismo lo confirma: Daddy Yankee es el papá de todo lo que se mueva a ritmo de gasolina. Shock estuvo en San Juan de Puerto Rico, una exclusiva ¡mundial!
Raymond Luis Ayala no sólo es el boricua responsable de haber puesto al mundo entero a sandunguear. También es considerado una de las personalidades latinas más influyentes del mundo. Su disco Barrio fino quedó registrado en los libros de historia como uno de los álbumes más importantes de la década del 2000. Una película, Talento de barrio, estrenada en el 2008 y protagonizada por él, es hasta la fecha el filme puertorriqueño que mayor éxito ha alcanzado en taquilla.
El pequeño raperito salido de Río Piedras es hoy, a sus 33 años, amo y señor de un gran imperio de oro y diamantes que factura millones de dólares. De él hacen parte no sólo un sinnúmero de hits, sino también el sello disquero Cartel Records, una casa productora y una editora, un programa en televisión e incluso una fundación que trabaja por los niños de escasos recursos de Latinoamérica: Corazón Guerrero.
El tanque de la Gasolina explotó en el 2005. Desde entonces, el llamado “Daddy del reggaetón” ha vendido más de siete millones de discos, y entre su bling bling ostenta un Billboard y un Grammy Latino. Su nueva producción discográfica, Daddy Yankee Mundial, lanzada a finales de abril, lo puso de nuevo en los principales tops de la música latina.
A la isla que vio nacer al “Cangri”, a la cuna del género, viajamos para entrevistar a su máximo exponente. Señoras y señores: Da - ddy - Yan - kee.
Shock: Usted hizo que un género por el que ninguna disquera apostó en sus comienzos invadiera la radio, primero de su país, y luego del continente y el mundo. ¿Cómo lo consiguió?
Si un artista no está haciendo la música correcta para el pueblo, para la masa, nunca va a sonar en la radio. Un hit es imparable. Tú puedes ser un completo desconocido, pero si tienes un hit, créeme que la radio va a tener que ponerlo porque la misma gente se va a encargar de pedirlo. Ahora, si tú como artista no estás haciendo la música que es, significa que estás fallando en el estudio. Yo me aseguré de darle al público lo que quería, y fue ese público el que me trajo a donde estoy hoy. No fue algo impuesto sino un movimiento que se dio de manera natural.
Desde lo cultural, ¿cuál es el aporte de un género como el reggaetón a la identidad latinoamericana?
El aporte es el ritmo, es la ejecución musical, pero también es su gran potencial como medio de expresión. Los reggaetoneros hablamos sin temor. Y cada uno de los representantes del género usa sus líricas para exponer puntos de vista. Algunos prefieren las temáticas sociales, otros la fiesta, otros el amor y el desamor, o el sexo. Cada quien expresa lo que quiere de manera muy honesta y frentera. Pero todo, en últimas, se refiere a lo mismo: vida. Y de eso hablo yo.
¿Está usted de acuerdo conmigo en que los músicos son los grandes líderes de opinión del mundo y que son ustedes quienes tienen, a través de sus canciones, el poder de ser gestores del cambio?
Totalmente. No tengo ninguna duda de eso. Un músico tiene mucha más influencia sobre la gente que un político y la tiene, precisamente, porque con su música puede acceder a muchísimas personas que además lo sienten más cercano, más sincero. Un músico no tiene por qué venderte un sueño como sí lo hacen los políticos. No tiene esa necesidad. Yo vengo de donde vienen muchos: de abajo, del barrio, de quienes luchan y tienen esperanza. Soy de los que han visto sangre correr, y a muchos quitándose la vida por dinero. Somos bastantes los artistas que nos hemos enfrentado a pruebas duras en la vida. Por eso nos creen. Porque nuestra lucha es la misma.
¿En qué momento decidió dejar de rapear y prefirió dedicarse a eso que llaman sandungueo?
El reggaetón y el rap son dos géneros callejeros. Yo empecé a rapear desde que era muy chamaquito. Ahí estuvieron, sin duda, mis orígenes. Pero cuando el reggae venido de Jamaica y de Panamá se tomó Puerto Rico, y me di cuenta de que todos en la isla se habían dejado cautivar al punto de desplazar por completo el movimiento rap, entendí una cosa: que si bien el rap ha llegado a ser adoptado mundialmente, salió de Estados Unidos y responde a una cultura que está hecha para eso. El reggae es latino y lo llevamos en la sangre. A la gente de donde yo soy le puede gustar el rap, pero le apasiona el reggae. Me dije: “Voy entonces a fusionar lo que yo aprendí del rap con el baile”.
¿Y en esa fusión tal vez se fue perdiendo la lírica social?
Decidí mantener la lírica social en algunas canciones, pero empecé a hablar de otras cosas también. Y lo hice así porque cuando tú estás en una discoteca no quieres oír un rap porque te aburres. Me dirías: ‘por favor, no me traigas un mensaje social cuando estoy de fiesta’. Háblame de bailar y de pasarla bien. No me vengas con noticias ni con creencias. No me hables de muertes ni de política. Vamos a vivir el momento y vamos a pasarla bien. Okay. Se acabó la fiesta, nos levantamos al día siguiente, prendemos la radio y a escuchar un buen rap con una gran letra. Hay momentos para cada cosa. Y la vida es un balance. A mí sí me interesa mucho dar mensajes sociales, soy consciente de mi responsabilidad como líder de opinión y por eso tengo canciones que hablan sobre grandes problemáticas, pero, óyeme bien, yo no soy un sacerdote.
Siendo Latinoamérica tan pobre y con tantas carencias, y viniendo muchos de los reggaetoneros de los barrios más pobres, incluso usted, ¿por qué el bling bling se convierte en un sello tan característico en el reggaetón?
Hay mucha gente que malinterpreta el hecho de que yo me compre un bling bling. Piensan que lo hago porque quiero demostrar que soy más que los demás. Y no es así. Si tengo un bling bling es porque me fajé por él. Me lo compré porque me lo merezco, porque me gusta y trabajé para conseguirlo. Y, ¿sabes qué? Me voy a comprar 100 cadenas más, 100 carros más y 100 casas más. ¿Por qué? Porque ese dinero me lo gané. Yo no tengo culpa de los complejos de otros. Y si tú no me puedes ver a mí con un buen carro, con una buena cadena y viviendo bien, pues entonces, hermano mío, tú tienes un problema que se llama envidia.
¿Cuál, según usted, es ese ingrediente del reggaetón que entra en nuestro cuerpo y nos pone a convulsionar como poseídos?
El reggaetón ofrece una propuesta bailable. Así como quizá otros géneros aportan cosas diferentes. Los boleros tienen un sentimiento que el reggaetón no. Y en el rap, el instrumento principal es la lírica. Aquí el baile es la herramienta principal. Su fortaleza está en la buena vibra que transmite. Para mí, cada música tiene una intención, y la del reggaetón es hacerte pasar un buen rato.
¿Cuál es su top de discos de colección?
Tengo que poner a Thriller de número uno. Ese fue el primer álbum que compré en mi vida. También está Siembra de Willie Colón y Rubén Blades. Y Bachata rosa de Juan Luis Guerra, hay que tenerlo. De Big Daddy Kane, obligado el Long Live the Kane. El catálogo de Jay Z es tremendamente bueno. Jay Z inspira. También It Was Written de Nas. Y de por acá: Barrio fino, obligado, porque fue el álbum que no sólo impulsó a Daddy Yankee sino que puso al género a sonar en el mundo.
Hablemos de una canción de este nuevo disco: Daría. La trabajó de la mano del maestro folclórico colombiano Carlos Huertas. ¿Por qué lo escogió?
Porque es una bestia, una máquina. Es el mejor. En el vallenato todo el mundo sabe que es una institución. Y la canción tiene acordeón, guitarra, caja. Utilizamos la influencia del vallenato y pusimos a trabajar mi base urbana. Es un tremendo tema.
Lo llaman el “Daddy del reggaetón”. ¿Está convencido de ello?
No creas lo que yo te diga. Créeles a mis cifras. Los números no mienten. No es una cuestión de ego. Es un factor real.
Raymond Luis Ayala no sólo es el boricua responsable de haber puesto al mundo entero a sandunguear. También es considerado una de las personalidades latinas más influyentes del mundo. Su disco Barrio fino quedó registrado en los libros de historia como uno de los álbumes más importantes de la década del 2000. Una película, Talento de barrio, estrenada en el 2008 y protagonizada por él, es hasta la fecha el filme puertorriqueño que mayor éxito ha alcanzado en taquilla.
El pequeño raperito salido de Río Piedras es hoy, a sus 33 años, amo y señor de un gran imperio de oro y diamantes que factura millones de dólares. De él hacen parte no sólo un sinnúmero de hits, sino también el sello disquero Cartel Records, una casa productora y una editora, un programa en televisión e incluso una fundación que trabaja por los niños de escasos recursos de Latinoamérica: Corazón Guerrero.
El tanque de la Gasolina explotó en el 2005. Desde entonces, el llamado “Daddy del reggaetón” ha vendido más de siete millones de discos, y entre su bling bling ostenta un Billboard y un Grammy Latino. Su nueva producción discográfica, Daddy Yankee Mundial, lanzada a finales de abril, lo puso de nuevo en los principales tops de la música latina.
A la isla que vio nacer al “Cangri”, a la cuna del género, viajamos para entrevistar a su máximo exponente. Señoras y señores: Da - ddy - Yan - kee.
Shock: Usted hizo que un género por el que ninguna disquera apostó en sus comienzos invadiera la radio, primero de su país, y luego del continente y el mundo. ¿Cómo lo consiguió?
Si un artista no está haciendo la música correcta para el pueblo, para la masa, nunca va a sonar en la radio. Un hit es imparable. Tú puedes ser un completo desconocido, pero si tienes un hit, créeme que la radio va a tener que ponerlo porque la misma gente se va a encargar de pedirlo. Ahora, si tú como artista no estás haciendo la música que es, significa que estás fallando en el estudio. Yo me aseguré de darle al público lo que quería, y fue ese público el que me trajo a donde estoy hoy. No fue algo impuesto sino un movimiento que se dio de manera natural.
Desde lo cultural, ¿cuál es el aporte de un género como el reggaetón a la identidad latinoamericana?
El aporte es el ritmo, es la ejecución musical, pero también es su gran potencial como medio de expresión. Los reggaetoneros hablamos sin temor. Y cada uno de los representantes del género usa sus líricas para exponer puntos de vista. Algunos prefieren las temáticas sociales, otros la fiesta, otros el amor y el desamor, o el sexo. Cada quien expresa lo que quiere de manera muy honesta y frentera. Pero todo, en últimas, se refiere a lo mismo: vida. Y de eso hablo yo.
¿Está usted de acuerdo conmigo en que los músicos son los grandes líderes de opinión del mundo y que son ustedes quienes tienen, a través de sus canciones, el poder de ser gestores del cambio?
Totalmente. No tengo ninguna duda de eso. Un músico tiene mucha más influencia sobre la gente que un político y la tiene, precisamente, porque con su música puede acceder a muchísimas personas que además lo sienten más cercano, más sincero. Un músico no tiene por qué venderte un sueño como sí lo hacen los políticos. No tiene esa necesidad. Yo vengo de donde vienen muchos: de abajo, del barrio, de quienes luchan y tienen esperanza. Soy de los que han visto sangre correr, y a muchos quitándose la vida por dinero. Somos bastantes los artistas que nos hemos enfrentado a pruebas duras en la vida. Por eso nos creen. Porque nuestra lucha es la misma.
¿En qué momento decidió dejar de rapear y prefirió dedicarse a eso que llaman sandungueo?
El reggaetón y el rap son dos géneros callejeros. Yo empecé a rapear desde que era muy chamaquito. Ahí estuvieron, sin duda, mis orígenes. Pero cuando el reggae venido de Jamaica y de Panamá se tomó Puerto Rico, y me di cuenta de que todos en la isla se habían dejado cautivar al punto de desplazar por completo el movimiento rap, entendí una cosa: que si bien el rap ha llegado a ser adoptado mundialmente, salió de Estados Unidos y responde a una cultura que está hecha para eso. El reggae es latino y lo llevamos en la sangre. A la gente de donde yo soy le puede gustar el rap, pero le apasiona el reggae. Me dije: “Voy entonces a fusionar lo que yo aprendí del rap con el baile”.
¿Y en esa fusión tal vez se fue perdiendo la lírica social?
Decidí mantener la lírica social en algunas canciones, pero empecé a hablar de otras cosas también. Y lo hice así porque cuando tú estás en una discoteca no quieres oír un rap porque te aburres. Me dirías: ‘por favor, no me traigas un mensaje social cuando estoy de fiesta’. Háblame de bailar y de pasarla bien. No me vengas con noticias ni con creencias. No me hables de muertes ni de política. Vamos a vivir el momento y vamos a pasarla bien. Okay. Se acabó la fiesta, nos levantamos al día siguiente, prendemos la radio y a escuchar un buen rap con una gran letra. Hay momentos para cada cosa. Y la vida es un balance. A mí sí me interesa mucho dar mensajes sociales, soy consciente de mi responsabilidad como líder de opinión y por eso tengo canciones que hablan sobre grandes problemáticas, pero, óyeme bien, yo no soy un sacerdote.
Siendo Latinoamérica tan pobre y con tantas carencias, y viniendo muchos de los reggaetoneros de los barrios más pobres, incluso usted, ¿por qué el bling bling se convierte en un sello tan característico en el reggaetón?
Hay mucha gente que malinterpreta el hecho de que yo me compre un bling bling. Piensan que lo hago porque quiero demostrar que soy más que los demás. Y no es así. Si tengo un bling bling es porque me fajé por él. Me lo compré porque me lo merezco, porque me gusta y trabajé para conseguirlo. Y, ¿sabes qué? Me voy a comprar 100 cadenas más, 100 carros más y 100 casas más. ¿Por qué? Porque ese dinero me lo gané. Yo no tengo culpa de los complejos de otros. Y si tú no me puedes ver a mí con un buen carro, con una buena cadena y viviendo bien, pues entonces, hermano mío, tú tienes un problema que se llama envidia.
¿Cuál, según usted, es ese ingrediente del reggaetón que entra en nuestro cuerpo y nos pone a convulsionar como poseídos?
El reggaetón ofrece una propuesta bailable. Así como quizá otros géneros aportan cosas diferentes. Los boleros tienen un sentimiento que el reggaetón no. Y en el rap, el instrumento principal es la lírica. Aquí el baile es la herramienta principal. Su fortaleza está en la buena vibra que transmite. Para mí, cada música tiene una intención, y la del reggaetón es hacerte pasar un buen rato.
¿Cuál es su top de discos de colección?
Tengo que poner a Thriller de número uno. Ese fue el primer álbum que compré en mi vida. También está Siembra de Willie Colón y Rubén Blades. Y Bachata rosa de Juan Luis Guerra, hay que tenerlo. De Big Daddy Kane, obligado el Long Live the Kane. El catálogo de Jay Z es tremendamente bueno. Jay Z inspira. También It Was Written de Nas. Y de por acá: Barrio fino, obligado, porque fue el álbum que no sólo impulsó a Daddy Yankee sino que puso al género a sonar en el mundo.
Hablemos de una canción de este nuevo disco: Daría. La trabajó de la mano del maestro folclórico colombiano Carlos Huertas. ¿Por qué lo escogió?
Porque es una bestia, una máquina. Es el mejor. En el vallenato todo el mundo sabe que es una institución. Y la canción tiene acordeón, guitarra, caja. Utilizamos la influencia del vallenato y pusimos a trabajar mi base urbana. Es un tremendo tema.
Lo llaman el “Daddy del reggaetón”. ¿Está convencido de ello?
No creas lo que yo te diga. Créeles a mis cifras. Los números no mienten. No es una cuestión de ego. Es un factor real.
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