Demoledora primera noche de DY en Cordoba!!

La gripe pudo menos. Ni una emergencia sanitaria, ni la escasez de barbijos, alcohol en gel y vacunas consiguieron arrebatarle a la noche de ayer la fiebre de perreo que trajo Daddy Yankee. Una promesa cumplida, que hace más de un mes agotó entradas para la primera noche en el Orfeo y que hoy repetirá la dosis ante otras 10 mil personas.

La experiencia es demoledora. Raymond Ayala es un frontman hipnótico que se proclama el rey y hay multitudes para darle la razón, en ellas entra también una generación de nenitos que todavía no entraron al primario pero que ya tararean sus estribillos maratónicos y se saben el gesto exacto para el slang boricua que les llega desde San Juan.

"Por primera vez haciendo historia en Córdoba", arenga Daddy, y despliega magnetismo de MC respetuoso y un poco anticuado ante miles que lo esperaron por horas. Primero a la intemperie, algunos aferrados a sus barbijos, otros a las bufandas, la mayoría a sus trapos con la imagen del ídolo reguetonero.

Adentro, cerca de las 22, el trío de Yadiel tomó el pulso al auditorio con media hora de reggaetón, dembow y bachata. Casi una hora más tarde, Daddy abrió con Somos de calle, con la primera de muchas ráfagas de fuegos artificiales, bombardeo rítmico y cinco pantallas gigantes para recordar que lo suyo es pura piel. Un ballet de seis perreadores de competición aporta el clima pistero que Daddy Yankee busca en sus puestas, a mitad de camino entre el under callejero y despojado del que salió su música y la sofisticación tecnológica y efectista a la que se encamina una estrella legitimada por la industria. Es con Machucando que invita al baile, al friegue y la explosión.

Daddy canta y contesta, se peleó con todas las instrucciones y volvió con letras que hablan mucho, mal y hermoso de lo que pasa cuando uno se ha quedado en el borde equivocado del poder. Bling bling en muñequera y reloj de brillantes, apenas un detalle para recordar influencias, pero no tanto como para reconocer padrinazgos. Si su música mamó hip hop, rap y actitud de los bajos neoyorquinos, que se sepa que el reggaetón trae cosa nueva. Noche de entierro, "lo de nosotros vamo’ a resolverlo bailando", a moverse o que se acabe el mundo.

No se puede hacer nada más con semejante música. Qué tengo que hacer, y después Pose, el primer hit de Talento de barrio pero que en las tablas no logra reproducir el encanto sexual del clip que lo promociona desde el fondo del escenario. "Hoy estamos activados", dice, y lo demuestra en apenas una hora de canciones, concentradas en pulso vertiginoso y mechadas con columnas de humo, declaraciones de respeto y jueguitos de luces con los celulares de su público. Una hora y 14 canciones, que despidió con una lluvia incandescente de papelitos, para recordar el espacio inmenso que atravesó para llegar hasta aquí.

Pero como el mejor anfitrión del mundo, el rey Daddy dice que todo el crédito, siempre, es de sus fans. Con la emergencia sanitaria soplando la nuca, era un incógnita cómo reaccionaría el soberano en el primer show de Daddy Yankee, que reuniría a 10 mil personas para inhalar y exhalar, y exudar todo tipo de fluidos, al son de un ritmo frenético, del dembow asesino. Y hay que decir que un alto porcentaje del público estuvo más prudente que paranoico - maniático. El que no tenía un barbijo, se cubría boca y nariz con un polar, o con el cuello alargado de su buzo o suéter. Y las demostraciones de afecto (besos y abrazos) fueron ofrecidas sin mayores problemas, aunque la efusividad quedó para otra oportunidad. Guantes de plástico, no se vieron.

En suma, la gente tuvo una actitud responsable de cara al brote de la gripe A. No se aisló del todo, pero tampoco anduvo tosiendo o estornudando en la cara del prójimo. Si bien la proporción de personas con barbijo era de dos cada 10, en una multitud de 10 mil se hicieron notar los portadores los "tapabocas", tal como los popularizaron en México hace unos meses.

El show que Daddy Yankee ofreció anoche fue el primero de una serie de espectáculos programados en Córdoba en la semana en curso. El resto ya se suspendió, a excepción de la segunda vuelta del puertorriqueño, programada para esta noche. En rigor, la de hoy fue la primera fecha confirmada. Paradójicamente, es la que más riesgo corre de quedar presa de alguna determinación oficial para prevenir la gripe A.

Más allá de estas disquisiciones en torno al espinoso ítem "salud y bienestar general", sólo queda agregar que el público fue mayoritariamente femenino, y que en el caso del masculino se impuso la legión cordobesa del hip hop con sus gorras y altas llantas.

Historia: Daddy Yankee se dirigió a la audiencia como un MC (maestro de ceremonias) educado y respetuoso. Entre saludos a las chicas, la exaltación del respeto y el agradecimiento por el "respaldo", dijo estar "haciendo historia en ‘Cóldoba’". El show fue impactante. Si la puesta hubiera sido un poco más jugada, lo de la historia habría calzado perfecto.

Barbijos No fueron mayoría pero se hicieron ver. Con la emergencia sanitaria a punto de sancionarse, algunos espectadores eligieron ponerse sus "tapaboca" o levantarse el cuello del suéter o del polar. La actitud se percibió como más prudente que paranoica. Guantes, no se vieron. La proporción fue de dos barbijos por cada 10 espectadores. Pero en 10 mil...

Lluvia... El cierre fue a pura lluvia de papelitos, como se estila en las coronaciones deportivas y en los espectáculos de música pop, como éste, claro. Al producto que acá le llaman papel picado, en España le dicen confeti, y anoche fue el preludio de Gasolina, Somos así y Salgo pa’la calle. Un cierre visualmente atractivo para un show potente y sensual.

***La Voz.com