Los mendocinos bailaron al ritmo de Daddy Yankee

“El Jefe del reggaeton" mundial pasó por Mendoza y dio un recital corto pero muy esperado. Miles de seguidores se dieron cita en el estadio Andes Talleres y lo transformaron en una fiesta.

Las tranquilas tardes domingueras mendocinas sufrieron una abrupta interrupción este último domingo. La típica y silenciosa placidez que, por lo general reina en las siestas y tardes de ese día, fue interrumpida –por lo menos así lo atestiguan los vecinos del departamento de Godoy Cruz- por una legión de fervorosos fans del puertorriqueño del momento, Daddy Yankee, quien llegó a nuestras tierras en el momento máximo de popularidad.

El fuerte sol, la sed, el apretujamiento y la larga espera -“The Big Boss” recién abrió el telón de su espectáculo a las 21:30, cuando la hora establecida era a las 20- no pudieron con la pasión y el magnetismo que despierta el boricua. Prácticamente todo el repertorio del artista fue coreado “a capella” por los presentes antes del inicio del recital.
El público, al contrario de lo que se esperaba, no estuvo formado sólo por quinceañeras apasionadas o fieles seguidores adolescentes; sino que fueron las familias las que en su mayoría se volcaron masivamente para disfrutar del esperado show.

Al respecto Julián Bensadón –director de Marketing y Comunicación- explicó que “esta alegría de los chicos se logró gracias a la solidaridad de Daddy Yankee, pero sobre todo a la buena voluntad de la productora Five Live Entertainment, que posibilitó la presencia y garantizó una excelente atención en cuanto a sanidad y salubridad se refiere, permitiendo que los chicos pasen una noche inolvidable”. El look, a pleno. Las mendocinas demostraron que el cliché que las tilda de conservadoras en este caso había sido desterrado, pues desembarcaron en Andes Talleres con un look totalmente reggaetonero: algunas optaron por accesorios como las boinas negras, pañuelos en la cabeza y zapatillas tipo tennis de lona blancas, mientras que las más osadas se animaron a las minifaldas de tablas tipo colegiala, las remeritas blancas bien cortas y adheridas al cuerpo y los shorts “cachetones”. Muchas de las chicas, lejos de dejar cualquier detalle librado al azar, utilizaron brillo y escarcha en la cara y el escote.

Sin distinción de sexo, todos se entregaron a una noche de perreo y frenético dancing y al término del recital (duró exactamente una hora y media) la mayoría confesó que se quedó con “gusto a poco”.