"Somo' así, underground..." Hay una pose de música latina urbana en la intro de Daddy.
Un "so-mos de ca-lle" que habilita esa definición para que el Big Boss la vaya de rapper, aunque su marketing, más bien, pase por la verborragia sexy, el perreo más elemental y la suma de sarandungas que tiene desde hace unos años hechizado al continente...
Música para cotillones
Nueve y media arranca el show. El Andes Talleres agita la ola: más del 10 mil almitas con las vinchas en alto y una bandera boricua recibiendo al brother.
Lo dirá Daddy después, cuando arriba del escenario las pantallas se enciendan, con una retórica de manual reguetonero: "Somos hermanos, Argentina, Puerto Rico, vamo' a conveltil esto en una discoteca".
Su fórmula: una mezcla de reggaetón, merengue hip-hop, mucha melaza. Tipo 'qué preciosas son las mujeres', 'a ver dónde están las solteras'... ‘pero qué preciosuras estas mendocinas, a ver si le dan sanduqueo’. En medio de ese revuelo, la primera oleada de hits larga con“Somos de la calle”, “El ritmo no perdona”, “Gata salvaje”.
Como tip del carisma de escenario, el reguetonero agita el brazo y la verba entre la improvisación y lo estudiado, algo así como una declaración de amor al público argentino que, lo dicé él, le ha dado. Y claro: 350 salía la vip y 80 las entradas más baratas. Casi todo el estadio lleno por un target que oscilaba entre la gente de Fundavita, la cheta, el reguetonero de barrio fino y el pibe que entró como pudo, allá en el gallinero.
A pesar de que no prosperó la intención de las entradas truchas, la elite reguetonera (ah, esa paradoja) se vio rodeada del escucha real.
Daddy lo afirma desde el mic: ‘somo así, underground’, aunque la máquinita, Daddy, te transforme en lo contrario.
El fuego del Caribe
La farra sigue así: “Lo que pasó, pasó” y “Qué tengo que hacer”. Cóctel al que le suman caderas y pelvis de los seis bailarines: tres chicas y tres talentos boricuas caldeados en esa escena de luz y papel picado. Si hasta el Dj meneó como loco al ritmo de “Tírate un paso”. Y es que Daddy oficiaba de padrino: ‘oye, carly: tírate un paso y dale carne pa’ las nenas y dale carne pa’ las nenas y dale carne pa’ las nenas”...
No es culpa suya: encantador de masas, hipnotiza al estadio entero con un tip bien básico: 'el parabrisas, el parabrisas, a ver, a ver, a ver'...
Por supuesto que con los celulares y las camaritas arriba (puesto que el cantante les pide fotos para subir a daddy.com) nadie ve a los 22 desmayados que los enfermeros y la seguridad sacan del gallinero, la mayoría nenes sofocados entre la masa y la reja.
Y a todo esto, el humo subrayando a ritmo la acentuación de los temas y las seis pantallas pulsando escenas de video o de vivos.
Foto: tres rubiecitas de diez años perreando divertidas al lado de una madre que arengaba: 'la batidora, la batidora'...'
Foto: un musculoso empujando bestialmente a los nenes de radio Brava que esperaban entrar a saludar al big boss.
Foto: miles de caras infantes con todo el merchandising encima, cantando a pulmón "La gasolina" o "Llamado de emergencia", de cara a un líder que jamás, ni un minuto, se sacó las gafas.
Detrás de él, un elenco de colaboradores sostenía la parafernalia: un hermano de voz, un Dj, bajo, teclados, percusión...
Lo cierto es que Daddy (sí, con esa fórmula) parece ir hacia la conquista del mundo.
Modeláme así
Si por algún motivo fortuito alguien que estuvo en el recital de Manu Chao fue también al de Daddy podrá medir actitudes: Manu tocó tres horas seguidas y, al final de las fuerzas, entregó ¡seis bises!. El show de Daddy Yankee terminó de golpe; luego de "El temblor" y un popurrí de hits, dijo gracias, los quiero, adiós, prendieron las luces y punto.
Igual, la gente chocha: con una inocencia que bate su propia marca y que como diría Mimí Maura, "parece producto de un virus" El chiste de entonar "gata", "dale carne" y otras cosas por el estilo es un credo elemental, pero a Daddy, cien por ciento reggaetón, le funciona. Al menos eso debe pensar para estar tan decidido a encarar la banda sonora de Sudáfrica 2010.
La lista de hits, claro, se completó con "El grito mundial" (furor de papel picado), con "Ella me levantó" y "Lo que pasó, pasó"; el resultado es un caldo de cultivo en el que revientan cotillones de barrio, quilates y fiesta. O dicho de otra forma: Daddy Yankee hace todo lo que está a su alcance y todavía más para pararse como rey en la imagen estereotipada del género. Todo lo contrario hace Calle 13.
Dale carne
Y habían, claro, chetas que entonaban con acento boricua un reggaetón que inspiraba pasitos. ¡La pasamos buenísimo!, salían diciendo.
Y era cierto: a pesar de que muchos quedaron afuera de la fiesta (y eso que hubo entradas truchas y colados del cordón policial) a escala global, el espectáculo cerró bastante. Una especie de exorcismo masivo que encuentra su catarsis en el perreo para bajar el stress, incluso el de los niños. La misma sensualidad que sube grados cuando Daddy dice 'que siga el sanduqueo', cosa de levanta la temperatura de sus grabaciones y trasladarla a las ventas.
http://www.losandes.com.ar/notas/2009/12/15/estilo-462119.asp