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Daddy Yankee “Mundial representa la evolución en el genero”

Más que cualquier otro tipo de artista, los reggaetoneros tienen mucho de personaje impregnado en su propia personalidad. Algo que en un principio podía llegar a patear la tolerancia y el paladar estético de cualquiera, pero a lo que a estas alturas ya nos acostumbramos, y hasta nos puede caer medianamente simpático.

Sin dudas, Daddy Yankee tiene más méritos que cualquiera para cruzar esas líneas, y en ese ámbito el inicio de su nuevo disco es simplemente con todo. “El mejor de todos los tiempos” es su proclama de superioridad, y la declaración de insignificancia hacia todos los que le siguen en el escalafón reggaetonero: “Esto yo lo vi desde su nacimiento / Soy el responsable de su crecimiento / Qué ridiculez, cómo puede ser / Que compares el sabor del mes con un movimiento”, canta el autoproclamado Big Boss.

Es parte del paisaje de excesos que el género ha transformado en marca y que lo provee de gran parte de su atractivo, y donde también se ubica el pronunciado destape sexual que lo caracteriza. Es, por tanto, lo que un seguidor promedio del reggaetón busca en sus artistas y canciones. Actitud, desenfreno y perreo, podría ser la fórmula de un estilo que simplemente “es lo que es”. A ella se ciñe una vez másDaddy Yankee en una de las caras de Mundial, incluso intentando avanzar algunos pasos dentro de los acotados márgenes de “evolución” que el propio género permite.

Es entonces cuando el reggaetonero muestra lo mejor de sí, aquello que auténticamente le permite decir que “yo soy el original y tú el remix”.

En esa línea, la trilogía de apertura es potente tanto en intensidad rítmica como en en mesianismo. “El mejor de todos los tiempos” abre con una cortina entre épica y marcial, para que después el puertorriqueño luzca su indiscutible habilidad en la rima sobre una acelerada base R&B, teñida de efectos maquinales, espaciales e industriales que la aproximan a la esfera menos colorida y más rabiosa de lo barrial. Esa misma estética se extiende a “Descontrol”, aunque ya sobre el tradicional ritmo reggaetonero, deudor del dancehall y el raggamuffin. “Vida en la noche”, en tanto, tiene más arraigo dance, extrapolando la línea que Daddy Yankee ya había insinuado en la popular “Pose”.

Recursos más o menos, hasta entonces el álbum se encuentra en un cauce decidido. Sin embargo, Raymond Ayala luego se da espacio para entrar en otros terrenos a través de la fusión con ritmos tropicales de “Me enteré”, o los aires de batucada de “Grito mundial”. “La despedida”, en tanto, no es una fusión con nada, sino derechamente un merengue.

La inclusión de este tipo de temas puede ser el reflejo de inquietudes artísticas respetables, y hasta pueden estar a la altura de esos estilos, pero en el disco no dejan de parecer como un canasto de pan en una farmacia. Porque en los demás cortes de Mundial, finalmente, Daddy Yankee vuelve a dejar en claro que en las distintas caras del reggaetón duro es donde mejor se mueve y donde mejor se muestra, y que esa esfera, y no otra, es la que una vez más le permite proclamar que “el mundo entero me sigue” y que “yo soy el máximo líder”.
*wikiton*

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