Una beca de esperanza

Los ojos de doña Lydia se humedecieron cuando su hijo Pedro dijo que la beca que recibirá de la Fundación Corazón Guerrero de Daddy Yankee es importante porque lo ayudará a echar pa’ lante a pesar de lo malo que ha sido en la vida.

Mientras conversaba con El Nuevo Día, las miradas de su novia Iriana, su tía Sylvia, su hermana Jeremy y su primo Mario brillaron de esperanza al reconocer que en el drama de la vida nadie es perfecto y cada cual merece una segunda oportunidad.

En noviembre, Pedro, de 18 años, saldrá de la correccional de menores de Guayama y estudiará una carrera corta en Operaciones Bancarias en la Universidad del Turabo gracias a los esfuerzos aunados por Yankee y el señor José F. Méndez, presidente del Sistema Universitario Ana G. Méndez.

La privación de su libertad ha modificado su carácter. Ahora es menos explosivo e impulsivo. Y ha aprendido que la tolerancia y el autocontrol forjan un espíritu fuerte en los individuos.

Ayer, Pedro llegó a las 8:30 a.m. a la Universidad Metropolitana en Cupey para recibir la beca, en un certificado simbólico, de manos de Daddy Yankee.

A esa hora, el afamado intérprete de ‘Lo que pasó, pasó’ dormía plácidamente y, aunque los medios fueron convocados a las 10:00 a.m., apareció casi hora y media después.

Pedro, con cara de sueño, no perdió la compostura ni se molestó por la tardanza. Y esperó, junto a otros cinco jóvenes de la Administración de Instituciones Juveniles, con sus respectivas familias.

Yankee finalmente llegó. Nadie aplaudió.

Y con atención escuchó a Méndez y al licenciado Ángel Toro, quien en representación de Miguel Pereira, secretario de Corrección, señaló que uno de los criterios para seleccionar los primeros seis becados fue el resultado negativo a las pruebas de dopaje.

Vimos llorar a Yankee.

Se emocionó cuando observó a Pedro y a Loli, la única chica becada. Y dijo que pensó en amigos ya fallecidos a consecuencia de actividades delictivas porque no estudiaron.

“Saben que soy de pocas palabras, pero de mucha acción. Tengo amigos que no están conmigo hoy y que pasaron a mejor vida. Quizás alguno podría estar aquí”.

Los costos de las becas para carreras técnicas, grados certificados y bachilleratos ascienden a miles de dólares. En un aparte con El Nuevo Día, Yankee sostuvo que las seis becas no son gotas de agua que se pudieran perder en la inmensidad de mar.

La filantropía, lejos de una estrategia de relaciones públicas, es una vocación que describe simplemente como la oportunidad de ser “un instrumento de bendición” para el necesitado.

“Esta es la vida real. Esto no tiene que ver con el mundo artístico y mi espíritu se llena de todo corazón”, sostuvo Yankee, quien previo a su consagración artística completó un grado asociado en contabilidad.

Yankee reconoció que la niñez y juventud puertorriqueña son bombardeadas con códigos orientados a un consumo desmedido y que, al carecer de recursos para satisfacer sus falsas necesidades, muchos terminan incursionando en actividades delictivas como el trasiego de drogas. La familia y el respaldo de los padres puede hacer la diferencia.

En medio de la crisis nacional, Yankee instó al pueblo a que se una, irrespectivamente de sus diferencias socioeconómicas, religiosas e ideológicas.

También opinó que el sistema de educación debe reformular su política pública, gestionando salarios más justos para los maestros y diseñando un currículo más integral.

Antes de despedirse, le preguntamos si es correcto generalizar que a todos los reguetoneros “se les pega la sábana”.

Y liberando una carcajada, Yankee se excusó, aclarando que ayer se acostó a las 6:00 a.m. y apenas pudo dormir tres horas.